Tras las huellas del Abad Locuber.
Francisco Antonio Linares Lucena.
Índice:
1.
Introducción.
2. La lápida fundacional del Monasterio visigodo de Bailén (o del Abad
Locuber).
3.
¿El Abad Locuber en Toledo? Explicación de un error.
4.
Conclusiones.
1.
Introducción.
Mucho se ha escrito sobre la fecha más
antigua, hasta ahora, que acredita la existencia de la localidad de Bailén sin
ningún género de dudas. Era un domingo 14 de mayo del año 691 de la era
cristiana, veinte años
antes de la invasión árabe, cuando el abad Locuber fundara el Monasterio
visigodo de Bailén [1] (o
Monasterio Doblado del Abad Locuber), monasterio ya desaparecido y del que aún
quedan algunos restos.
Estaba detrás del hoy existente Cine España, aproximadamente. Tenía dos coros y una iglesia (que en
el siglo XIII sería dedicada a San Andrés y posteriormente a Santa Gertrudis,
documentado en el XVIII), con su Altar Mayor orientado hacia el Este y que fue
el primer cementerio bailenense. Era mixto, al parecer, de monjes y de monjas,
separados en su estructura (otros opinan que no era mixto, sino que se trataba
de una basílica que contaba con dos ábsides contrapuestos).
El 29 de
enero de 2008 fue aprobado oficialmente en sesión plenaria dar el nombre de Calle
Abad Locuber a una de las arterias bailenenses.
2.
La
lápida fundacional del Monasterio visigodo de Bailén (o del Abad Locuber).
Y todos
estos datos parten de una lápida fundacional (hoy desaparecida) de la que solo
se conserva (más bien se conservaba) en el Museo Arqueológico de Madrid el
vaciado en yeso de dicha piedra epigráfica labrada. El monasterio fue destruido
por los árabes. Se conservan restos. El periplo de esta lápida fundacional, que
se hallaba en los muros de la fortaleza bailenense, y su vaciado posterior
fueron convenientemente estudiados por Manuel Corchado Soriano [2].
Vaciado en yeso realizado por Manuel de Góngora (1860) de la lápida
fundacional, según estaba expuesto en el Museo Arqueológico Nacional desde 1870.
En 1634, el prior de Bailén, baezano de
origen, Francisco Rus de la Puerta (1590-1649, fallecido en Bailén), expone que
con posibilidad fuera abandonado aquel monasterio en el 852, durante la
persecución de los mozárabes (cristianos en tierra de moros), y en su mismo
sitio mandado construir un castillo en época del algecireño Almanzor [3]
(938-1002). Y dicho prior de La Encarnación ejercía su ministerio a escasos
metros del Castillo de Bailén, donde podía ver infinidad de veces aquella
“piedra con caracteres góticos que está a la entrada y puerta principal de él”
(Historia eclesiástica del Reino y
Obispado de Jaén…). En esta obra, al no saber quién es Locuber ni a qué
orden pertenecía, expresa que “ni la piedra lo declara”, daño a entender que
muchas veces miró aquella lápida.
Trascripción de Rus de la Puerta (A) y Ximena Jurado (B).
La mejor traducción del latín al español es
la de Palomares, dada por Hübner y publicada en abril de 1896 [4]. Es la siguiente: «EN EL NOMBRE DEL SEÑOR, ESTOS EDIFICIOS HIZO LOCUBER ABAD, AUNQUE
INDIGNO, Y CONSTRUYÓ AQUÍ DOS COROS; Y CONSAGRADAS FUERON LAS IGLESIAS DE LOS
SANTOS EN 14 DE MAYO DEL AÑO 691, IV DEL REINADO DEL GLORIOSO EGICA nuestro SEÑOR
», a la que le
falta “nuestro”, como sí tradujo Rus de la
Puerta y otros.
IN N(o)M(in)E
D(omi)NI LOCUBER AC SI INDIGNUS ABBA FECIT
ET DUOS COROS IC
CONSTRUXIT ET SACRA
TESUNT S(an)C(t)ORUM D(e)I
EGLESIE PRIDIE IDUS
MA
GTEA XXVIIII QUARTO
REGNO GLORIOSI D(omi)NI N(o)S(tr)I EGICANI.
TE
SUNT SANCTORUM
[Egica: rey visigodo desde
el año 687 al 702. Rus de la Puerta traduce al abad fundador como Locuberacsi
y Ximena Jurado como Locubera, interpretando y leyendo ambos
erróneamente el correcto “Locuber ac si indignus” -‘Locuber aunque
indigno’-, si bien, ambos evitan la terminación en –R, más común en otras
lenguas romances y lo finalizan analógicamente en la vocal –A, que es lo que
hubiese dado ese antropónimo en español].
Y muchas preguntas nos surgen: ¿si Baécula
está por demostrar epigráficamente que estuviera en el actual término municipal
de Bailén y si la primera referencia a la Villa de Baylén no aparece
documentalmente, como veremos, hasta los inicios del segundo milenio (1156), en
época árabe, cómo es que en el remotísimo año de 691, a finales del siglo VII,
se funda y consagra una iglesia de un monasterio en una villa despoblada o aún
sin perfilar como núcleo urbano? ¿Desde cuándo habría allí una villa o ciudad,
en caso de existir esta? ¿Eligieron una zona elevada entre amplios valles
plenos de arroyos, y a 300 metros de uno más grande que los demás, o es que ya
allí había gentes habitando y constituyendo un núcleo urbano?
Y cuando un
14 de mayo del año 691, veinte años antes de la invasión árabe, un tal abad
Locuber fundó un monasterio detrás del hoy existente Cine España, ¿qué nombre
tenía el arroyo y su villa? Quizás, bajo el suelo donde construyó aquel
monasterio, encontremos algún día la respuesta, pues es muy probable que se
erigiera sobre restos íberos, romanos y visigodos, como ya he -hemos- recogido
en más de una ocasión.
Aparece recogida la epigrafía en un libro en
francés de 1755 (página 640, Nouveau
traité de diplomatique, où l’on examine les fondemens de cet art… 1755.
Paris. Chez Guilaume Desprez).
Manuel
Rodríguez, Académico Supernumerario de
la Real Academia de S. Fernando, Grabador de láminas y sellos, publica en 1782
una obra con referencias a la lápida (pp. 164-166. Retratos de
los Reyes de España desde Atanarico hasta nuestro católico monarca don Carlos III, según las noticias y los
originales más antiguos que se han hallado, con sus correspondientes
inscripciones y el sumario de la vida de cada rey. Madrid, 1782, Joaquín Ibarra, impresor de SM):
“El
último número de las Inscripciones con caracteres Góticos, que ponemos es el VII
que se ha tomado del mismo D. Martín Ximena fol. 60, la qual dice que estaba en
Baylen en la muralla á la parte occidental de su castillo en una piedra larga y
angosta ocupada con quatro renglones que vio y explicó; pero no la dio leída
como la otra de Arjona del año segundo de Recesvinto; aunque sí D. Blas Nasarre
que la tomó de él, y la puso en la propia lámina después del fol. 18 y es de
este modo:
IN NOMINE DOMINI LOCÜBERA CSI INDIGNUS ABBAS FECIT
ET DUOS COROS IC CONSTRUXIT ET SACRA
TE SUNT SANCTORUM DEI EGLESIE PRIDIE IDUS MA
…..XXVIIII QUARTO REGNO GLORIOSI DOMINI NOSTRI
EGICANI.
»Ximena
dice que Rus Puerta leyó en la primera línea Locuberacsi, pero que él
discurría que después del nombre del Abad Locubera las tres letras
siguientes era la abreviatura de la palabra Christi, y ni lo uno ni lo
otro puede calificarse, pues la terminación de Locuberacsi en genitivo
está indicando que aquellas tres letras últimas son cifra de otra palabra; pero
no como escribió Ximena , pues lo regular para abreviar Christi era
ponerla de esta forma XPI: por eso no ha faltado quien lea Christi servus
licet, &<c, y á la verdad más parece L la tercera letra que no I,
como es de ver en la misma de Locubera, y la de Eglesie, aunque esto
pide con vista del monumento mayor indagación.
»Lo
mismo era preciso para entender los quatro caracteres, ó cifras con que principia
la quarta, y última línea que se dexan de copiar, aunque van sacados como ellos
son en el que nos ha servido de original, y damos en el núm. VII, de que se va
tratando; pues no se comprehende qué letras son todas: y aun por eso dexó de
leerlas D. Juan Nasarre. Lo cierto es que allí estará alguna letra para señalar
el mes de Marzo, ó Mayo, por no haberse puesto más al final de la penúltima
línea que las dos letras MA, que pueden á uno, ó á otro aplicarse, y también la
Era de setecientos á que sigue el numeral 29 , que corresponde al año de
Christo 691, en el qual á 14 de Marzo, ó Mayo dia determinado en la lápida, se
contaba el año quarto que estaba reynando Egica: siendo constante que principió
en el de 687 día 15 de Noviembre su reynado”.
El prestigioso historiador alemán Emil Hübner
también se hace eco en 1871 de la enigmática lápida (Inscriptiones Hispaniae Christianae, Berlín, Georgivm Reimervm,
1871, libro escrito en latín).
También recoge el sustantivo Locuber en el Praefatio: “Restant vero nomina aliquot, de quorum origine mihi plane non constat (Istorna Locuber Macona f. Quinigia Quistricia Rexina)”.
En 1896, F. Fita profundiza en el asunto de
la lápida visigótica bailenense (“Lápidas visigóticas de Guadix, Cabra, Vejer,
Bailén y Madrid”, Boletín de la Real Academia de la Historia 28,
403-426. 1896):
“Lápida de Bailén, 14 Mayo 691.
In n(o)m(in)e d(omi)ni Locuber ac si
indignos abba fecit;
et duos coros ic construxit ; et
sacra
te sunt sunt s(an)c(t)orum eglesie pridie idus Ma
(ias era DCC] XXVIIII quarto regno
glo(riosi) d(omi)ni n(o)s(tr)i Egicani.
»En el nombre
del Señor. Estos edificios hizo Lócuber
abad, aunque indigno, y construyó aquí dos coros; y consagradas fueron las
iglesias de los santos en 14 de Mayo del año 691, IV del reinado del glorioso
señor nuestro Egica.
»El
suplemento, que aventura Hübner al mes y a la Era, se puede probar y fijar por
el año del reinado y por el día de la consagración de las iglesias. El año IV
de Egica, comenzó en 24 de noviembre de 690; y en el año 691 no fue domingo el
12 de abril, sino el 14 de mayo.
»La
disposición del coro en las iglesias visigóticas está determinada por el canon
18 del concilio IV Toledano: sacerdos et levita ante altare communicent, in
choro clerus, extra chorum populus.
»La
calificación indignus, que toma el
abad Lócuber, se ve usada por otros
en aquel tiempo. Firmó las actas del concilio XIII «Pacatus indignus abba,
agens vicem Suniefredi Narbonensis episcopi» y las del concilio xv «Sesuldus
indignus archipresbyter, abba, agens vicem Cipriani Tarraconensis episcopi».
»Merece observarse
la forma del genitivo Egicani, que también aparece en el epitafio de tres hijos
de Don Paragor, fallecidos en Narbona anno
secundo domni Egicani regis (24 noviembre 688 - 23 Noviembre 689). Ha
publicado en fotograbado este monumento
M. Théodore Reinach”.
Pablo de la Cruz Díaz Martínez,
en 1987, recoge lo siguiente: “El alcance
de estas fundaciones debidas a individuos de origen económico elevado que
aportaban, en su caso, a la profesión un patrimonio, nos es desconocido.
Podemos incluir aquí la referencia a las construcciones llevadas a cabo por el
abad Locuber, según una inscripción procedente de Bailén, en la Cartaginense.
El epígrafe, de datación tardía, de finales del s. VII, podría hacer alusión a
unas obras de ampliación por parte de un abad, pero del conjunto de su lectura
parece desprenderse claramente que se trata de la lápida recordatoria de un
constructor, y muy probablemente del fundador. (…) En el caso de Locuber, además de constructor, nos consta que fue abad”. (Página 33 y siguiente. Formas económicas y sociales en el monacato
visigodo. Ediciones
Universidad de Salamanca. 1987. http://books.google.es/books?id=IFNY1VxwEeMC&pg=PA33&lpg=PA33&dq=%22locuber%22&source=bl&ots=URR8Qh4LkY&sig=QonxoXFIctUx9Gzz5SGAgqA8ugI&hl=es&sa=X&ei=c-PkU6nFK-iY1AWM8oCIBg&ved=0CGAQ6AEwCQ#v=onepage&q=%22locuber%22&f=false
En 1998 se
publica una obra en la que se estudia la lápida fundacional bailenense (pág.
93. Die Grosse Aktion. Europas Erfudene Geschichte.
1998).
Vaciado de Góngora, 1860 (sacado del libro Die
Grosse Aktion. Europas ERfudene Geschichte. 1998. Página 93).
En 2009 vuelve a profundizarse en el tema (Daniel
Rico Camps: “Arquitectura y epigrafía en la Antigüedad Tardía. Testimonios
Hispanos”. PYRENAE, Revista de Prehistòria i Antiguitat de la Mediterrània
Occidental. Núm. 40, Vol. 1 (2009) (P. 7-53)
Universidad
Autónoma de Barcelona. Pág. 29): “enigmática inscripción hoy perdida, pero
otrora localizada «a la puerta y entrada principal» del castillo de Bailén (dice
un texto del XVII), que según Corchado Soriano (1973: 406) se correspondería
con la entrada meridional de la ermita gótica de San Andrés y Santa Gertrudis
(ed CILA 3, 213, y trad., Fita, 1896: 419):
In nomine domini
Locuber ac si indignnus abba fecit
et duos coros
hic construxit et sacra
te sunt
sanctorum Dei eglesiae (!) pridie Idus Ma
[gias (!) era
DCC]XXVIIII quarto regno gloriosi domini nostri Egicani
3.
¿El
Abad Locuber en Toledo? Explicación de un error.
“La magnífica presentación del facsímile de
Palomares ha pesado indudablemente en su preponderancia sobre los otros reseñados,
y así se comprueba con su inclusión en el corpus de Hübner, pero también ha sido
el origen de un error histórico
de cierta trascendencia relacionado con la localización de la lápida: Sin duda,
obligado por la excesiva longitud de este facsímile, en relación con su escasa
altura, juzgo oportuno, Palomares, incluir en la misma lámina otra inscripción
estrecha, de un solo renglón, que completara o compusiera mejor el conjunto, teniendo,
con tal motivo, que trasladar los pies explicativos de ambas a la página
frontera, con la consecuencia que el historiador del pasado siglo, señor Martin
Gamero (Historia de la Ciudad de Toledo... 1862), confundiera una por otra y la creyera situada en el convento
de San Clemente el Real, en Toledo, de donde procedía la segunda;
posteriormente otros muchos historiadores y divulgadores sobre asuntos
toledanos no dudaron de esta atribución, ni la investigaron, y así la hicieron
figurar en sus escritos, resaltando por su importancia Amador de los Ríos, el
cual ya reproduce el calco de Góngora, comentando el extraño viaje que tuvo que
efectuar para llegar a conocimiento de los historiadores de la ciudad imperial;
recientemente, y gracias a la oportuna intervención del también historiador de
Toledo señor Porres, hemos intentado encontrar el origen de este error con el
resultado antes consignado, el cual exponemos para su conveniente comprobación”.
(Manuel Corchado Soriano [5]).
De no ser
por don Manuel Corchado, que hizo rectificar al mismísimo Amador de los Ríos,
hoy seguiríamos pensando que a Toledo fue a parar Locuber para fundar una
iglesia, pero nada más lejos de la realidad, todo fruto de un error. Por
desgracia, si hoy buscamos en internet, no nos faltarán referencias a este
desaguisado o error histórico. Veamos algunos ejemplos de hoy mismo:
Si buceamos en esta web, http://reinadetodoslossantos.blogspot.com.es/2010_07_01_archive.html,
leemos, para nuestro asombro, que en la
ya desaparecida iglesia mozárabe toledana de Omnium Sanctorum había una lápida epigráfica
que era “un relieve en el
que se conmemoraba la construcción de dos coros en la iglesia de Omnium
Sanctorum por su abad Locuber, durante el reinado de Egica”. Esta web ha
tomado tal información de la obra Monumentos
Arquitectónicos de España: Toledo, de R. A. de los Ríos (según J. Porres,
1970).
A su vez, estos lo han sacado de J. Lillo
Rodelgo (“Toledo en los días árabes”. Real Academia de Bellas Artes y Ciencias
Históricas de Toledo. Nº 44 y 45. Julio-diciembre de 1930): «Por
último de la iglesia de Omnium Sanctorum pocos datos tenemos. Fue
erigida en el año 690, reinando Egica, según un epígrafe en un muro del Convento de San Clemente el Real y por el que
sabemos que un abad, llamado Locuber “labró dos coros que fueron consagrados en
la iglesia -de Todos los Santos- durante el cuarto año del reinado de Egica”.
Esta iglesia “subsistía inmediata al referido convento, cuando se la
anexionaron los Predicadores de San Pedro Mártir, en cuyo edificio se encuentra
embebida la linda torre mudéjar que para ella fue labrada acaso en el siglo
XIII”». Como él mismo recoge, tales citas las sacó de Rodrigo Amador de los
Ríos. Ob. cit. pág. 39.
José Amador de los Ríos, miembro de la Real
Academia de la Historia, ya había publicado en 1861 su obra El arte latino-bizantino en España y las
coronas visigodas de Guarrazar (Madrid, Imprenta Nacional). En su página 21
escribe, recogiendo también el error:
“A estos monumentos u otros análogos se
refiere sin duda la singular inscripción, conservada en el monasterio de San
Clemente y concebida en esta forma:
IN NOMINE DNI LOCUBER ACSI
INDIGNNUS ABBA FECIT:
ET DUOS COROS IC CONSTRUXIT ET
SACRA
TE SUNT SANCTORUM DEI EGLESIE
PRIDIE IDUS MA
GTEA XXVIIII. QUARTO REGNO
GLORIOSI DNI NOSTRI EGICANI”. (1)
»En el año cuarto del reinado de
Egica (692), diez y nueve antes de la invasión mahometana, se edificaban pues
en Toledo por un abad católico y se consagraban al culto iglesias exornadas con
tales coros que merecían ser mencionados en la inscripción destinada a
perpetuar la memoria de aquellos templos. (1) Incluye esta lápida,
notable por más de un concepto, el diligente Palomares [NOTA PROPIA, pero
referida siempre a Bailén, nunca a Toledo],
en
su ya citada Paleografía MS., lámina
10 (Acad. de la Hist., A. 2). Su contexto nos hace sospechar que pudo estar
colocada en algún pórtico o atrio, común a dos distintas iglesias, o tal vez a
un dúplice monasterio, únicos casos en que se presta a una interpretación
satisfactoria. Empotrada felizmente en uno de los muros de la Iglesia del
indicado de San Clemente, se ha preservado de la ruina, como los numerosos
fragmentos arquitectónicos que después examinamos, algunos de los cuales
pudieron pertenecer a las iglesias fundadas por el abad Locuber”.
Un año después, en 1862, Antonio Martín
Gamero (Historia de la ciudad de Toledo,
sus claros varones y monumentos. Toledo. Imprenta de Severiano López Fando,
página 401), miembro de la Real Academia de la Historia, nos expone:
“Nos hablan igualmente los historiadores
toledanos de otros dos monasterios, uno de varones, que con el título de San
Pedro, dicen, costeó el prelado Gunderico en tiempo de Witiza, junto al rio, en
el sitio llamado los Algondorines, y otro de mujeres, bajo la advocación de
Santa María, sin que se exprese por quién fue fundado, ni en qué sitio. Nada
más sabemos de estos dos edificios, y menos aún alcanzamos lo que ha sido de
otro, que en el año cuarto del reinado de Egica, o sea el 692, diez y nueve
antes de la invasión mahometana, se levantaba en Toledo por un abad católico,
exornado con dos coros, que acaso eran comunes para varones y hembras, según lo
comprueba una inscripción empotrada en los muros del monasterio de San Clemente
el Real, y cuyo contexto es el siguiente:
IN NOMINE DNI LOCUBER ACSI
INDIGNNUS ABBA FECIT:
ET DUOS COROS IC CONSTRUXIT ET
SACRA
TE SUNT SANCTORUM DEI EGLESIE
PRIDIE IDUS MA
GTEA XXVIIII. QUARTO REGNO
GLORIOSI DNI NOSTRI EGICANI”.
En la web http://www.hispanomozarabe.es/iglesias/igl-tol-des/igl-tol-des.htm#omnium,
para nuestra sorpresa, aún podemos leer la historia de la iglesia Omnium
Sanctorum con referencias al Locuber bailenense como si hasta allí hubiese
llegado, con el vaciado en yeso que Góngora hizo y con la leyenda de la lápida
fundacional. Observad el craso error:
IN:NME:DN:LOCVBER:
AG...SL: INDIGNNVS ABBA FECIT
(E)T DVOS. COROS: IC CONSTRVXIT: ET SACRA
(T)E. SVNT SCORVM DI EGLESIE: PRIDIE IDVS MA
......XXVIIII: CVARTO REGNO GL DMI NSI EGICANI.
(E)T DVOS. COROS: IC CONSTRVXIT: ET SACRA
(T)E. SVNT SCORVM DI EGLESIE: PRIDIE IDVS MA
......XXVIIII: CVARTO REGNO GL DMI NSI EGICANI.
Omnium Sanctorum: Inscripción empotrada en el Convento de
Jesús y María, hoy desaparecida. De "Monumentos Arquitectónicos de España:
Toledo", de R. A. de los Ríos (según J. Porres, 1970)
4.
Conclusiones.
Por todo lo cual, concluyo que el abad
Locuber, al menos que sepamos a la fecha, solo construyó un monasterio con
iglesia, el de Bailén, del que fue su primer abad. La lápida de la que sacamos
tales informaciones está en paradero desconocido, así como el vaciado en yeso
de la misma, realizado en 1860 por Manuel de Góngora, que estuvo desde 1870 en
el Museo Arqueológico Nacional y que en los años setenta del siglo XX pasó al
Museo Nacional de Reproducciones, según escribió en 1973 Corchado Soriano.
Francisco
Antonio Linares Lucena
18
de agosto de 2017.
[1] Matías de Haro,
citando a César Picatoste, lo
denomina Monasterio de la Orden de San
Elías, desacertadamente. Dato facilitado por Juan José Villar.
[2] Corchado Soriano,
Manuel: «Problemática sobre una lápida de fines del siglo VII en Bailén». Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, Nº.
77, 1973, págs. 51-66.
[3] Rus de la Puerta,
F: Historia eclesiástica del Reino y
Obispado de Jaén. Jaén, 1634 (escrito en 1632). (BRAH: 20-363).
[4] Boletín de la Real
Academia de la Historia, tomo 28, cuaderno IV, pág. 419, (abril 1896);
Lápidas visigóticas… por Fidel Fita.
[5] Corchado Soriano,
Manuel: «Problemática sobre una lápida de fines del siglo VII en Bailén». Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, Nº.
77, 1973, págs. 51-66.