Don José María Marín Acuña (1894-1936), último párroco de El Rumblar («curato
rural de 2ª clase de Ntra. Sra. de Zocueca en el Rumblar», según consta en el Boletín Oficial de la Diócesis de Jaén, 1921, parroquia
de un centenar de feligreses), sacerdote bailenense, era hijo de Dolores Acuña Gómez, natural de Carmona [1], de la cual aún se puede ver su lápida funeraria en el Cementerio Parroquial de Bailén, que falleció el 13 de julio de 1936, por causas naturales, veintinueve días tan solo antes de que su hijo fuera fusilado un martes 11 de agosto de 1936 en los trenes de la muerte.
La misma suerte corrieron sus hermanos; Sabas, comercial, lo fue un 29 de agosto de 1936 en el término municipal de Villanueva de la Reina, con 48 años, mientras que Antonio lo fue en Jaén el 2 de abril de 1937, a sus 40 años de edad, en aquellos tristes años en que los españoles de los dos bandos dieron una nefasta y horrenda lección al mundo y a la historia.
Una calle bailenense lleva su nombre y una placa en el Santuario de Zocueca conmemora su legado. Fue fiel devoto y seguidor de su Patrona, Nuestra Señora de Zocueca, a la que dedicó su libro titulado Nuestra Sra. de Zocueca y una Novena a Ntra. Sra. de Zocueca. Se le atribuye, aunque está por confirmar, la letra del Himno de la Virgen de Zocueca. Se conserva en La Encarnación su casulla. Fue ordenado sacerdote el 22 de diciembre de 1917. El testimonio de quienes lo conocieron, algunos incluso lo dejaron por escrito, lo calificaban como una persona bienhechora, generosa, caritativa y misericordiosa para con los más desfavorecidos. Era de carácter dicharachero y, como anécdota, cantaba muy mal, pero no aspira a ser un tratado musical este mi breve escrito.
La misma suerte corrieron sus hermanos; Sabas, comercial, lo fue un 29 de agosto de 1936 en el término municipal de Villanueva de la Reina, con 48 años, mientras que Antonio lo fue en Jaén el 2 de abril de 1937, a sus 40 años de edad, en aquellos tristes años en que los españoles de los dos bandos dieron una nefasta y horrenda lección al mundo y a la historia.
Una calle bailenense lleva su nombre y una placa en el Santuario de Zocueca conmemora su legado. Fue fiel devoto y seguidor de su Patrona, Nuestra Señora de Zocueca, a la que dedicó su libro titulado Nuestra Sra. de Zocueca y una Novena a Ntra. Sra. de Zocueca. Se le atribuye, aunque está por confirmar, la letra del Himno de la Virgen de Zocueca. Se conserva en La Encarnación su casulla. Fue ordenado sacerdote el 22 de diciembre de 1917. El testimonio de quienes lo conocieron, algunos incluso lo dejaron por escrito, lo calificaban como una persona bienhechora, generosa, caritativa y misericordiosa para con los más desfavorecidos. Era de carácter dicharachero y, como anécdota, cantaba muy mal, pero no aspira a ser un tratado musical este mi breve escrito.
Don José María Marín Acuña por las calles de Bailén.
De joven seminarista, 5-2-1913, con 19 años. Fotografía extraída del libro de don Francisco Cavallé Cobo titulado Un silencio estremecedor. Breve biografía del reverendo José María Marín Acuña. Jaén, 1995.
Fue detenido en Bailén en agosto de 1936 y llevado hasta la Cárcel Provincial de Jaén, maniatado junto a su hermano Antonio. Ya en ella, viendo cómo son nombrados los diputados para ser trasladados a Madrid, en los conocidos como trenes de la muerte, el bueno de don José María, bailenense de 42 años, comprobando cómo su hermano es seleccionado, se hace pasar por él, indicándole que guarde silencio. En un paredón de la Estación de Atocha, en Madrid, maniatado, un mártir bailenense perdió la vida, y no solo hoy, tanto tiempo después, sino aquel mismo día de su muerte, a buen seguro que perdonó a quienes se la quitaron.
Su padre, Sabas Marín Jiménez, de la soriana Palacios, "rico comerciante" local (según consta en el diario ABC, 4/2/28), falleció el 3 de febrero de 1928. Era muy célebre, junto con sus tierras de olivar y un comercio de tejidos en su domicilio familiar, actual Pasaje de Ntra. Sra. de Zocueca, una almazara de aceite que tenían entre las actuales calles Cantarranas y Zaragoza (dato facilitado por el bailenense y amigo Francisco Martínez Balbuena, al que le agradezco su aclaración), de la que don José María repartía, del bidón que le correspondía en propiedad, aceite para los más necesitados de la localidad.
El hermano de don José María, Antonio Marín Acuña, fue abogado del Estado, Consejero del Banco de España, candidato por la UMN (Unión Monárquica Nacional) en 1931 y Gobernador Civil de Las Palmas -1928- y Orense -1929-. Había contraído matrimonio con Mª Teresa García Martínez, de familia oriunda de Santander y afincada en Bailén, tuvieron seis hijos. En la ciudad española de Las Palmas de Gran Canaria es recordado nuestro paisano con una vía que lleva su nombre: CALLE GOBERNADOR MARÍN ACUÑA.
Antonio Marín Acuña, Gobernador Civil de Las Palmas, 1928.
Calle Gobernador Marín Acuña, Las Palmas de Gran Canaria.
Comitiva del Gobernador Marín Acuña y autoridades insulares ante el Consistorio del Puerto de Cabras. Foto publicada en el libro Puerto del Rosario, 100 años en la memoria, 2000.
La citada obra de don Franciso Cavallé finaliza del siguiente modo, y no he visto mejor manera de acabar mi escrito:
"Y, si el juicio rigurosísimo y definitivo de la Iglesia le incluye entre los santos mártires, su glorificación reverberará sobre Bailén".
Requiescat in pace.
[1] Cavallé Cobo, Francisco: Un silencio estremecedor. Breve biografía del reverendo José María Marín Acuña. Jaén. 1995.
-Sánchez Tostado, Luis: República y franquismo en Bailén (1931-1945). XII Premio de Investigación Historiador Jesús de Haro Malpesa. Bailén. AE Elorza. 2010.